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    Empresas con visión femenina

    Con motivo de la conmemoración del Día de la Mujer, en Teclat queremos reflexionar sobre la situación de la mujer en el mercado laboral.

    Teclat es una empresa formada por tres mujeres que —con la colaboración de un amplio equipo de profesionales de la lengua, tanto hombres como mujeres— ayudamos a las empresas y particulares en sus proyectos de comunicación, con una mirada y una manera de hacer en femenino.

    ¿Y esto qué significa? Pues, entre otras cosas, tener en cuenta que, además de ser profesionales que dedicamos gran parte de nuestros días a ofrecer nuestros conocimientos y aptitudes al servicio de otras empresas y profesionales, somos personas con vidas, realidades y necesidades muy distintas que también es necesario respetar y satisfacer.

    En Teclat nos sentimos orgullosas del trabajo que realizamos en este sentido, de poner en valor y en práctica, cada día, conceptos como la flexibilidad horaria, la conciliación familiar o el cuidado y el autocuidado, unos aspectos que consideramos clave si hablamos de empresas con visión femenina.

    Porque tenemos muy presente que, en definitiva, somos personas que trabajamos con y para otras personas, y que es importante poner la vida en el centro, la nuestra y la de las personas con las que nos relacionamos.

    Pero somos conscientes de que no todas las mujeres se encuentran en la misma situación y que todavía se necesitan muchos cambios en la sociedad, algunos muy profundos. Y empezando, quizá, por promover más el liderazgo femenino.

    La falta de empresas con visión femenina

    Hace unos años, cuando hablábamos de empresa y empresarios, lo que imaginábamos eran hombres que mandaban y dirigían sus negocios, aunque el estereotipo de hombre-dueño ha ido cambiando a medida que la industrialización ha dado paso a la digitalización. Así, las fábricas se transformaron en empresas con despachos y apareció la figura del «ejecutivo agresivo» que veíamos en la película The Wolf of Wall Street.

    En muchos de los referentes cinematográficos que tenemos, quien manda es un hombre y la secretaria (normalmente atractiva y joven), una mujer.

    Los cargos importantes los han ocupado tradicionalmente los hombres, y las mujeres hemos quedado relegadas a un segundo plano. Sería fantástico poder decir que en 2022 esta situación ya se ha revertido pero, desgraciadamente, todavía tenemos mucho trabajo por hacer para conseguir la igualdad entre hombres y mujeres, lo cual nos remite al concepto de «paridad».

    Y es que la paridad, entendida como una participación equilibrada de mujeres y hombres en las posiciones de poder y de toma de decisiones en todas las esferas de la vida (política, económica y social), constituye una condición destacada para la igualdad entre los sexos, y sería uno de los elementos clave para la incorporación en el mercado de empresas con visión femenina.

    Este escenario igualitario es uno de los objetivos que llenan muchos programas electorales y discursos institucionales, pero lo cierto es que estamos lejos de conseguirlo, y más bien nos encontramos todavía en una situación de infrarrepresentación de las mujeres, un aspecto considerado un déficit de democracia.

    Nos hacemos nuestras las reflexiones de varias mujeres ministras y exministras europeas que en 1992, en la Declaración de Atenas, inauguraron la utilización del término «democracia paritaria»:

    «La igualdad formal e informal de mujeres y hombres es un derecho humano fundamental. Las mujeres representan a más de la mitad de la población. La igualdad requiere paridad en la representación y administración de las naciones. Las mujeres representan la mitad del talento y habilidades potenciales de la humanidad y su infrarrepresentación en la toma de decisiones es una pérdida para el conjunto de la sociedad. La infrarrepresentación de las mujeres en la toma de decisiones impide que se tengan en cuenta los intereses y necesidades del conjunto de la población. Una participación equilibrada de mujeres y hombres en la toma de decisiones produciría diferentes ideas, valores y estilos de comportamiento necesarios para alcanzar un mundo más justo y equilibrado para todos, tanto para mujeres como para hombres.»

    Las empresas y la invisibilidad de la mujer

    Pero, entonces, ¿acaso las mujeres no ocupan cargos de mando?

    Sí, sí que los ocupan. De hecho, España es el sexto país de la Unión Europea con mayores índices de igualdad entre hombres y mujeres, según la clasificación anual del Instituto Europeo de Igualdad y Género (EIGE).

    Sin embargo, el Estudio Global Entrepreneurship Monitor 2019-2020 señalaba la brecha de género en el emprendimiento innovador y observaba que hay menos mujeres que se decidían a crear su propia empresa y que encontraban más obstáculos que los hombres a la hora de ponerlas en marcha.

    De hecho, según estudios de la escuela de negocios de la Universidad de Harvard, los inversores prefieren, todavía hoy, proyectos liderados por hombres, lo que les facilita conseguir más inversión.

    La paradoja es que los equipos liderados por mujeres y que, por lo tanto, incorporan la visión femenina en la empresa, obtienen mejores resultados, según ha publicado el Boston Consulting Group. Aun así, falta presencia femenina. Y esto genera un efecto dominó que dificulta que las mujeres puedan cumplir su sueño en las mismas condiciones que los hombres.

    En España, solo el 14 % de las fundadoras y cofundadoras de startups son mujeres. Esta falta de presencia de mujeres en el emprendimiento perpetúa la falta de referentes. Y así, entramos en un círculo vicioso: si no tenemos el legado de mujeres predecesoras que nos puedan guiar en el camino de la igualdad con los hombres, no nos creemos capaces de alcanzarlo, y seguimos lejos de la igualdad plena.

    Las empresas y el techo de cristal

    Otro aspecto que imposibilita el desarrollo de empresas con visión femenina es el del «techo de cristal». Según el US Department of Labor, Federal Glass Ceiling Commission, el «techo de cristal» son las barreras invisibles que impiden a muchas trabajadoras altamente cualificadas alcanzar los niveles jerárquicos máximos en el mundo de los negocios, independientemente de sus méritos. Hablamos de posiciones de responsabilidad en los ámbitos político, económico y social.

    Sin embargo, cada vez se hace más difícil entender esta definición sin hacer referencia también al del «suelo pegajoso», es decir, no solo las mujeres no pueden acceder a las posiciones más cualificadas del mercado laboral, sino que se encuentran con serias dificultades para superar los puestos de trabajo más precarios y menos valorados socialmente.

    Sería fantástico poder decir que en 2022 esta situación ya se ha revertido, pero, desgraciadamente, todavía tenemos mucho trabajo por hacer para conseguir la igualdad entre hombres y mujeres.

    Empoderamiento de la mujer

    Las mujeres hemos sido ignoradas, maltratadas, apartadas y menospreciadas. Esto no es un discurso feminista: la historia así nos lo confirma. Ya hace años que salimos a manifestarnos, reclamando y gritando que queremos ser iguales que nuestros compañeros varones. Y un elemento esencial para poder construir una sociedad igualitaria, donde no haya una distribución desigual de los poderes, que otorga determinados privilegios a los hombres frente a las mujeres es el empoderamiento de la mujer. El empoderamiento consiste en conquistar los derechos y espacios que nos han sigo negados a lo largo de la historia. Y, por mucho que a alguien le canse tanto lila, no es momento de bajar la guardia.

    Tenemos mucho trabajo por hacer: muchas desigualdades por superar y muchas inercias y automatismos por actualizar. El feminismo no es solo cosa de mujeres. Es cosa de todas y todos. Tal vez en un mundo ideal no tendríamos que manifestarnos para pedir unos derechos que deberíamos tener desde que nacemos, pero lamentablemente todavía hoy en día tenemos que hacerlo.

    Y las mujeres de Teclat nos sumamos a ello y contribuimos a la construcción de una sociedad más igualitaria desde una empresa con visión femenina.

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