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    * Recomendamos que nos envíes el texto para traducir en un documento editable.

    La coherencia comunicativa, garantía de calidad

    De hecho, el título de la película de 1986 era The money pit donde, para los que no lo sepáis, pit significa «hoyo» o «foso». Así, la versión original ya nos indica que la casa en cuestión será un pozo de gastos sin fondo para los protagonistas.

    De los títulos de las películas y de sus traducciones ya hablaremos en otro artículo, pero hoy os hablamos de casas por una buena razón. ¡Si continuáis leyendo descubriréis por qué!

    La coherencia comunicativa en los proyectos de traducción

    Siempre que recibimos un nuevo proyecto de traducción, en forma de texto, nos llega con unas características y una calidad lingüística determinadas. Para empezar, puede ser que el documento haya sido corregido previamente, o puede ser que no.

    En el caso de que nos llegue un escrito que a priori ha sido corregido, partiremos de un texto en buenas condiciones; aun así, nuestro trabajo ya empezaría aquí, haciendo una segunda revisión para asegurarnos de que en el original no se escapa ninguna incorrección. En el caso de que el texto no haya pasado anteriormente por una corrección, este primer paso debe ser más exhaustivo, ya que empezamos con ciertas carencias.

    Cuando nosotras nos ocupamos de todo el ciclo de «manipulación lingüística» —permitidnos la creatividad en el uso del término— lo que hacemos es garantizar la calidad del proyecto en todas sus etapas de desarrollo  y asegurarnos de que se mantenga la coherencia comunicativa entre todos los documentos.

    Por lo tanto, podemos afirmar que un original correcto garantiza que tanto las traducciones como todo el resto de materiales que puedan derivarse también sean correctos y tengan coherencia entre ellos.

    ¿Entendéis ahora el paralelismo con las casas? Si compramos una vivienda con los cimientos defectuosos, ¡es imposible que lo que vayamos a construir acabe bien! Hay que poner ladrillo a ladrillo, de modo que cuando lleguemos al tejado la base pueda sostener todo el peso. Pues lo mismo sucede con los textos.

    Cuando nosotras nos ocupamos de forma integral de todo el material escrito, podemos garantizar que el resultado será excelente. No solo porque llevemos a cabo una revisión gramatical con el fin de que las posibles incorrecciones de inicio no se vayan arrastrando, sino porque velamos porque entre un texto y otro, sea una traducción o un documento en el mismo idioma relacionado con el original, se sigan los mismos criterios  y, por lo tanto, se mantenga esta coherencia comunicativa de la que os hablamos.

    ¿Y cuáles son estos criterios aparte de la corrección ortográfica, gramatical y de significado? ¡Pues muchos otros! Mirad: puede haber errores tipográficos, de tratamiento, de convenciones (mayúsculas y minúsculas, uso de los diferentes tipos de letra, escritura de las cifras…), de terminología, de expresión y de cohesión entre párrafos, incluso de incoherencia en los contextos culturales en el caso de las traducciones, entre otros.

    El trabajo de corrección es, por lo tanto, mucho más extenso y tiene mucho más peso de lo que a priori se pueda imaginar.

    Que el presupuesto no sea un impedimento a la excelencia

    Después de tantos años dedicándonos al oficio, hemos comprobado que hay algunos clientes que no son demasiado conscientes de la importancia de estas tareas lingüísticas para garantizar la calidad de sus materiales de trabajo y de difusión y que escogen ahorrarse parte de este servicio por una cuestión de costes.

    Nosotras, como buenas profesionales y apasionadas del trabajo bien hecho, apostamos por la excelencia, como decíamos más arriba. Si queremos resultados excelentes, no podemos saltarnos ninguna de las fases de «la construcción de la obra».

    ¿Os imagináis si quisiéramos construir la buhardilla de nuestra casa sin tener acabado el segundo piso? Sería un desastre, ¿verdad? Pues lo mismo pasa con nuestro trabajo. Si escatimamos recursos, el resultado lucirá mucho menos.

    La planificación para garantizar la coherencia comunicativa

    Nuestro encargo ideal es aquel en el que podemos ocuparnos de todo el ciclo del proyecto.

    Esto significa que trabajaremos con el texto desde el inicio —con la corrección—, hasta el final, en múltiples formatos (material impreso, digital, audiovisual). Sin embargo, para que esto sea posible es necesario ponerlo en conocimiento del cliente y trabajar conjuntamente en una buena planificación.

    Sobre la importancia de la coherencia comunicativa y de una buena planificación ya hablamos, hace unos días, en una publicación de Instagram que podéis leer aquí. Si le echáis un vistazo, veréis que os damos unos cuantos consejos previos imprescindibles para tener en cuenta antes de publicar cualquier texto.

    Cuando empezamos un nuevo proyecto hay toda una serie de pasos que llevamos a cabo antes de tener el texto acabado y listo para entregárselo al cliente. Os los detallamos brevemente para que tengáis una idea del alcance del trabajo de los y las profesionales de la traducción y la corrección.

    • En primer lugar, al abordar un encargo, y tal y como hemos explicado al inicio, empezamos por hacer la corrección del original. Si el proyecto no es de traducción, pero consta de varios documentos, comprobamos la coherencia terminológica entre ellos y los criterios consensuados.
    • Seguidamente, si el documento tiene que difundirse en otro o varios idiomas, lo traducimos (idealmente, si es un proyecto muy extenso, quizás sea necesario consensuar previamente la terminología con el cliente).
    • Antes de que el documento vaya a imprenta o se haga la maquetación final para difundirlo, hacemos la revisión de las galeradas o pruebas de imprenta, es decir, comprobamos que los textos hayan sido bien maquetados. Ya no se trata de la corrección lingüística, sino más bien de aspectos como la comprobación de palabras bien cortadas al final de línea, tipografía correcta, disposición del texto, etc. En el caso de que se trate de un producto final en formato de audio o vídeo, hay que verificar que se ha trasladado correctamente el texto.
    • Para cerrar el ciclo del proyecto, es necesario hacer una revisión final o segundas galeradas en caso de textos escritos, para comprobar que todos los cambios indicados en la fase anterior hayan sido bien introducidos.

    La coherencia comunicativa en un ejemplo

    Como veis, nuestro trabajo va mucho más allá de una simple corrección, revisión o traducción de textos. Y para acabarlo de ilustrar, quisiéramos compartir con vosotros un ejemplo de éxito que llevamos a cabo con uno de nuestros clientes, el Museu d’Arqueologia de Catalunya.

    Para la exposición «El enigma íbero. Arqueología de una civilización», que se exhibió en este museo entre abril de 2021 y enero de 2022, en Teclat recibimos el encargo de corregir y traducir los plafones y las cartelas explicativas de todos los elementos que se podían ver. Nuestra tarea cubrió todo el ciclo de manipulación lingüística del que hablábamos:

    • Revisión de los textos en catalán, consenso de la terminología con las personas comisarias de la exposición y entrega de textos definitivos. En esta fase, entregamos los textos con marcas de corrección para que las personas expertas pudieran aceptar o descartar los cambios propuestos, sobre todo en cuanto a terminología y convenciones.
    • Con el texto original definitivo, traducción al castellano y al inglés, con el consenso también de términos muy especializados y de convenciones en cada lengua, para garantizar la coherencia comunicativa en todos los idiomas del proyecto.
    • Revisión de los textos en el formato expositivo final, en los tres idiomas.
    • Segunda revisión del material expositivo, para comprobar que se habían incluido los cambios de la fase anterior.

    Poder encargarnos del proyecto de principio a fin nos permitió obtener unos textos coherentes en todas las lenguas en cuanto a léxico, convenciones y estilo.

    El mejor resultado

    Todos estos matices y argumentos, y la larga trayectoria que nos avala en el mundo de la traducción, la corrección y la interpretación, nos hacen poner énfasis en la importancia de recorrer a buenos y buenas profesionales para conseguir resultados sensacionales.

    Si tú también crees en el valor del trabajo bien hecho, de principio a fin, ponte en contacto con nosotras y explícanos tu proyecto. ¡Será un placer poderte ayudar con él y contribuir a garantizar su coherencia comunicativa!

    Todo lo que nunca te han contado de la corrección de textos

    Cualquier persona que haya hecho el esfuerzo de escribir un texto sabe que los errores ortográficos y de otro tipo aparecen, como si fueran setas, incluso después de algunas lecturas posteriores.

    Y aún podríamos añadir más: aparecen hasta después de que una segunda persona, ajena a la escritura, lo haya revisado; y, a veces, desafortunadamente, también se encuentran en el texto publicado, tanto si es en papel como en un soporte digital, como por ejemplo una web.

    En el caso del texto publicado en papel, el error es imborrable y habrá que esperar a una nueva edición para «redimir» las faltas; en el segundo caso, en cambio, por suerte podremos enmendar los errores y que el texto se actualice en tiempo real, para evitar posibles males mayores.

    Con todo esto, parece bastante claro que la corrección de textos no es una broma.

    Tipos de corrección de textos

    Cuando hablamos de corrección de un texto o de revisión lingüística, lo primero que nos viene a la cabeza son las faltas de ortografía.

    Pero estos no son los únicos errores que puede haber en un texto, y los y las profesionales de la corrección de textos tenemos la experiencia y la formación para detectar los que no son tan obvios o visibles y poder así ofrecer distintos servicios de corrección a nuestra clientela.

    Para empezar, podríamos hablar de corrección ortotipográfica y corrección de estilo.

    La corrección ortotipográfica

    La primera es la corrección lingüística que sirve tanto para enmendar los errores ortográficos, sintácticos, gramaticales y tipográficos como para unificar los recursos tipográficos (mayúsculas, cursivas, comillas, negritas…). Lo que tenemos en cuenta en esta tarea es la estética, la funcionalidad, la legibilidad y la eficiencia comunicativa del texto.

    Muchas personas creen que para ello basta con utilizar un corrector automático, pero no es así. Si lo que quieres es un texto profesional, con un acabado impecable, es necesario que alguien experto se encargue de la revisión.

    Los correctores y los programas de corrección en línea son herramientas útiles y un paso imprescindible que podemos utilizar antes de entregar cualquier documento, pero las correcciones automáticas tienen ciertas limitaciones que debemos tener en cuenta.

    Por ejemplo, los automatismos no «entienden» el uso de determinadas palabras, según el contexto, cosa que sí que capta un corrector o correctora profesional.

    La corrección de estilo

    El segundo tipo de corrección de textos es la corrección de estilo, que tiene como misión hacer que el texto sea más comprensible y actúa sobre los planos sintáctico, gramatical y expresivo para pulirlo y optimizar los recursos. En este tipo de corrección nos enfocamos en aquellos aspectos que no son errores normativos, pero que afectan negativamente a la comprensión del escrito.

    Para que no haya malentendidos: los y las profesionales de la corrección de textos no reescribimos el texto original, ni cambiamos su estilo o sentido —que es muy personal del autor o autora y entendemos que hay que respetar—, sino que modificamos algunos aspectos con la intención de hacerlo más comprensible.

    Así, la corrección de estilo se centra en utilizar correctamente los tiempos verbales, reformular oraciones confusas o erróneas, depurar las ambigüedades o contradicciones, eliminar errores e imprecisiones de vocabulario y adecuar el texto según un libro de estilo o según el perfil de lector o lectora al que se dirija, entre otras cuestiones.

    El peligro que podría tener esta parte de la corrección de textos —si no la lleva a cabo un profesional— es la sobrecorrección, es decir, excederse en lo que se corrige y cambiar demasiadas cosas que no son estrictamente necesarias, pero por ello nuestro trabajo es preservar, como decíamos, el estilo original y propio del autor o autora y corregir únicamente lo que sea imprescindible corregir.

    La corrección de galeradas

    Un tercer tipo de corrección de textos que es recomendable encargar es la revisión final de las galeradas o pruebas de imprenta, para documentos que haya que maquetar o editar.

    En este caso, hay dos opciones: que el cliente se maquete el texto o que nos encargue la maquetación. En ambos casos, comprobamos que en el documento final no haya errores de letras o palabras cortadas, de proporciones distintas, de líneas que queden colgadas o errores de tecleado, y nos aseguramos de que se mantengan las negritas, cursivas y otros aspectos relacionados con la disposición textual.

    Y, después de todas estas revisiones, ¿ya está?

    Pues… ¡no! Cuando todo este trabajo ya está hecho, todavía es necesario hacer una revisión final del texto en su contexto, con las imágenes —si tiene— y, quizás, aún cabría hacer algún cambio.

    Así que, como ves, nuestra tarea comporta un acompañamiento global del proceso de trabajo: desde la primera revisión del texto hasta que este es editado o maquetado donde le corresponda.

    La corrección de textos también construye marca

    Las faltas causan muy mal efecto y los textos que no se entienden, o bien nos confunden o bien nos dejan indiferentes.

    Un texto con errores ortográficos, léxicos o gramaticales pierde credibilidad y transmite una mala imagen.

    Por lo tanto, hablar de corrección de textos es también hablar de marca, de reputación y de prestigio.

    Cuando un texto está bien redactado, es coherente, íntegro y el mensaje es potente y comprensible, el usuario final lo nota.

    Y, de paso, el emisor sale beneficiado. Porque si el mensaje es eficiente y comprensible, recibiremos la respuesta esperada. En cambio, si el mensaje es confuso, incoherente o crea rechazo al receptor, saldremos malparadas.

    La buena reputación se construye con pequeños pilares —y detalles— que suman, y el esmero en la lengua es uno de ellos.

    Contar con el servicio de corrección de textos profesional es garantía de éxito, así que, si necesitas uno, no dudes en contactar con nosotras. ¡Será un placer escucharte y hacerte un presupuesto!

    ¿Conoces la diferencia entre la traducción jurídica y la traducción jurada?

    Lo primero que debería mencionarse es la diferencia entre traducción jurídica y traducción jurada. ¿Empezamos?

    Traducción jurídica o traducción legal

    Las traducciones jurídicas son traducciones especializadas y se refieren al campo legal o jurídico, o judicial. Se aplican a documentos oficiales o privados de carácter legal y se caracterizan por su complejidad, pues los documentos con los que trabajamos, generalmente, han sido redactados por profesionales del derecho; por lo tanto, las traductoras o traductores jurídicos deben reflejar en otro idioma, además de las palabras, los conceptos de los cuales se desprenden efectos legales para dos o más partes.

    Dado que la traducción jurídica implica un lenguaje altamente técnico, los profesionales de la traducción jurídica deben estar completamente familiarizados con la terminología legal, tanto en el idioma de origen como en el de destino, así como con los sistemas jurídicos correspondientes.

    Las traducciones jurídicas más solicitadas

    Cualquier documento redactado por un experto en derecho, ya sean funcionarios o funcionarias públicos, abogados, jueces o asesores legales, así como todo tipo de documentos financieros, son susceptibles de ser traducidos por un traductor jurídico profesional.

    Para que te hagas una idea, estos son algunos ejemplos:

    • Contratos de compraventa y arrendamiento
    • Acuerdos de confidencialidad
    • Políticas de privacidad
    • Condicionados de pólizas
    • Escrituras de constitución
    • Actos y poderes notariales
    • Procedimientos arbitrales
    • Demandas y sentencias judiciales
    • Informes periciales
    • Testamentos y fideicomisos
    • Textos legislativos (leyes, decretos, etc.)

    Por lo general, podríamos decir que todo texto legal o financiero que suponga la creación de derechos u obligaciones para una determinada parte que deba estar en una lengua extranjera es susceptible de una traducción jurídica.

    Traducción jurada

    La traducción jurada es toda traducción —sea jurídica o de otra especialización— que ha sido certificada por un traductor/a habilitado/a por instancias oficiales. Por lo tanto, la traducción jurada tiene un carácter oficial, ya que el traductor jurado está revestido de las facultades que otorga el órgano o institución habilitante (en el caso de España, el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, que delega competencias en Cataluña en la Secretaría de Política Lingüística de la Generalitat).

    Esta traducción no representa ninguna especificidad, desde el punto de vista técnico, pero tiene la particularidad de que debe llevar el sello, la firma y la certificación del traductor o traductora jurados, que le otorgan validez legal. Sin estos elementos, la traducción no podrá considerarse jurada, ya que es con el sello, la firma y el certificado que el traductor o la traductora jurada dan fe de que la traducción es completa y fiel al documento original redactado en otra lengua.

    Quizás te preguntes por qué es necesario, este tipo de traducción, ¿verdad? Pues es un requerimiento imprescindible para determinados trámites o gestiones con instancias oficiales, que especifican que la traducción de los documentos que se presenten debe estar jurada por un traductor jurado (también llamado, en algunos países, traductor oficial o certificado).

    Las traducciones juradas pueden ser de muchos tipos y los demandantes de este tipo de traducciones son el público general, cuando deben presentar documentación ante administraciones públicas u organismos extranjeros.

    Algunas de las traducciones juradas más comunes que llevamos a cabo son de títulos académicos, para poder homologarlos ante universidades o centros escolares extranjeros, de certificados médicos o de ingresos para poder solicitar ayudas públicas, o certificados del registro mercantil, para poder constituir una empresa, entre otros.

    Otro ámbito donde es necesaria la presencia de un traductor-intérprete jurado es en procesos judiciales, en actos ante notario, en ceremonias matrimoniales, o cualquier otro acto de carácter oficial en el que intervengan personas que no hablan el idioma en el que se desarrolla el acto y lo que dicen deba tener validez legal. En ese caso, hablaremos de interpretaciones juradas.

    Traductores jurídicos versus traductores jurados

    El rigor que implica una traducción jurídica obliga al traductor jurídico a dominar las técnicas de traducción consistentes en la transposición de distintas instituciones propias del sistema jurídico del texto de destino, así como conocer la cultura jurídica del receptor del producto final de la traducción.

    Los traductores jurídicos, pues, han invertido mucho en su formación y dedican mucho tiempo a actualizarse y por eso las traducciones jurídicas tienen un coste más elevado que las traducciones no especializadas.

    Para ejercer de traductor jurídico no es necesario haber superado ningún examen oficial, pero, como decíamos, es necesario tener un conocimiento de los términos del mundo del derecho y muchos de nuestros traductores jurídicos tienen también formación legal.

    En cambio, los traductores jurados sí son profesionales certificados a través de un examen oficial con convocatoria periódica en el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación (MAEUEC), que les concede el título de traductor-intérprete jurado. En estas convocatorias se examinan todas las personas que quieren obtener el título de traductor/a jurado/a hacia y desde el castellano. Las pruebas son muy exigentes y a menudo muchos traductores que se presentan deben hacerlo en varias convocatorias hasta su aprobación.

    La superación de estas pruebas habilita para ejercer la traducción y la interpretación juradas, aunque está previsto que pronto haya pruebas separadas para la traducción y para la interpretación porque, como sabes, ambas profesiones no son lo mismo.

    En caso de que se quiera obtener el título hacia y desde el catalán, las pruebas las organiza la Secretaría de Política Lingüística de la Generalitat, que es también quien coordina el registro de traductores e intérpretes jurados en catalán y proporciona las habilitaciones correspondientes.

    El traductor jurado tiene la facultad de certificar que el texto de llegada corresponde al texto de origen. No es ni un funcionario público ni tiene una plaza oficial; se trata de un profesional independiente que ejerce la profesión como autónomo o dentro de una empresa.

    A todo ello, basta con matizar que, aunque los textos de traducción jurada no son de naturaleza jurídica, sí que es necesario que el traductor jurado tenga conocimientos sobre traducción jurídica y es por este motivo que las pruebas habilitantes suelen ser de textos mayoritariamente jurídicos. Por todo ello, la traducción jurada también tiene un precio mayor que la traducción ordinaria.

    Y hasta aquí algunas de las diferencias entre la traducción jurídica y la jurada. Esperamos que el artículo haya sido de ayuda para clarificar algunos conceptos.

    Si necesitas una traducción jurídica o jurada, en Teclat estaremos encantadas de asesorarte. Contacta con nosotras para que te podamos enviar un presupuesto, sin compromiso, lo antes posible.

    Lenguaje inclusivo o no sexista: un lenguaje con perspectiva de género

    Por ejemplo, hay quien considera que el uso del masculino genérico —que, gramaticalmente, tanto en catalán como en castellano es la forma considerada no marcada porque puede englobar a individuos de los dos sexos— es una prueba de ello, ya que invisibiliza a las mujeres y a las personas no binarias en cuanto que promueve una visión androcéntrica de la sociedad, en la que se identifica, únicamente, al hombre y a las características masculinas como lo normativo, universal y generalizable.

    Lo que se pretende conseguir con el lenguaje inclusivo, no sexista o con perspectiva de género es promover la igualdad entre todas las personas y el reconocimiento de todas las identidades y de la diversidad, mediante una reflexión consciente y crítica del lenguaje culturalmente interiorizado, con el fin de que aprendamos, interioricemos e implementemos nuevos hábitos verbales, que nos ayuden a expresarnos de forma igualitaria y no excluyente.

    Lenguaje inclusivo, para todos los colectivos

    Así, desde hace un tiempo, varias organizaciones e instituciones han apostado por utilizar el lenguaje inclusivo inclusivo y ya lo emplean en sus comunicaciones, no solo en lo que se refiere a lo masculino y lo femenino, sino también a los distintos colectivos que conforman la sociedad hoy en día.

    Entre las soluciones más habituales para evitar la utilización del masculino genérico está el uso de formas genéricas, formas concretas o formas dobles. Veamos algunos ejemplos:

    • Formas genéricas: se trata de utilizar palabras que no tengan marca de género, como nombres colectivos (personal, alumnado, colectivo, equipo, plantilla, audiencia, cuerpo profesional…); utilizar la palabra «persona» o nombres abstractos no sexuados, como «la juventud», «la abogacía», «la membresía»… (siempre que su uso no altere el significado de la frase).
    • Formas concretas: consiste en utilizar los sustantivos y adjetivos referidos a una persona determinada con la marca de género específica con la que se identifique esta persona (médica, alcaldesa, banquera, azafato, bailarín, niñero…).
    • Formas dobles: en este caso se trata de mencionar los dos géneros de forma expresa, es decir, repetir los nombres y adjetivos y ponerlos tanto en masculino como en femenino. En el caso de los sustantivos invariables en cuanto al género, es decir, aquellos que no cambian en femenino o en masculino, el desdoblamiento se produce en los determinantes (los y las profesionales, las y los artistas, los y las intérpretes…). Este recurso debe utilizarse con mesura, para no producir textos excesivamente cargados y que dificulten su lectura.

    Lenguaje inclusivo, ¿lenguaje inventado?

    Sin embargo, estas soluciones no siempre son adecuadas para representar a las personas que no se identifican con el espectro binario. Por ello, desde hace unos años en algunos sectores se utilizan la «e», la «x» y el signo @ como morfemas de género en español.

    No hay un morfema de género neutro en la lengua española, de modo que esta solución puede parecer un poco artificiosa para sus hablantes, pero también es cierto que hay que dar respuesta a la necesidad de las personas no binarias de no sentirse excluidas lingüísticamente.

    Si entendemos que el lenguaje no es una herramienta estanca, sino que debe permitirnos decir lo que queremos decir, es necesario que nos demos cuenta de que hay un colectivo que no se identifica con la mirada binaria y que no puede quedar excluido de los usos lingüísticos. Como sociedad debemos hacer un esfuerzo en este sentido y encontrar una solución en la que todas las personas se sientan incluidas.

    Y quizás la solución no es que nos inventemos una nueva lengua y utilicemos la «e», la «x» y la @ todo el tiempo, sino que para respetar el derecho de las personas que no se sienten identificadas con el masculino o el femenino tal vez se podría empezar por —tal como proponen desde el proyecto Modii en el apartado dedicado al lenguaje no sexista de su web— utilizar otros recursos gramaticales al alcance, como los pronombres relativos que, quien y quienes.

    Las mujeres lingüistas dicen basta

    En una línea alternativa a lo que hemos planteado hasta ahora se encuentra el libro en catalán Som dones, som lingüistes, som moltes i diem prou (Somos mujeres, somos lingüistas, somos muchas y decimos basta), de Eumo Editorial. Se trata de una recopilación de artículos sobre el lenguaje inclusivo en catalán.

    En este libro, un total de setenta mujeres profesionales de la lengua promueven un debate a fondo sobre el discurso y el género, explicando casos concretos de uso de lenguaje no sexista, entre los que podemos encontrar soluciones adecuadas y otras que más bien generan problemas de comprensión, lo que también ocurre con las alternativas que se usan en español.

    La publicación también recoge la crítica contra la imposición de políticas lingüísticas que, en opinión de su editora, solo sirven para maquillar una realidad desigual. Es decir, no se trata tanto de no reconocer la diversidad y las desigualdades de género, sino más bien de cuestionar el hecho de que imponer el uso de unas determinadas formas sea realmente la solución.

    La apuesta de Teclat en relación con el lenguaje inclusivo

    Como podéis ver, el lenguaje inclusivo trae cola y no se ha llegado a ninguna solución, de momento, que satisfaga a todas las partes.

    Sin embargo, desde Teclat queremos contribuir, en nuestro trabajo diario, a la sensibilización social desde nuestro ámbito y defendemos hacer uso del lenguaje no sexista; por ello, hacemos pedagogía entre las personas que nos solicitan servicios lingüísticos y, en la medida de lo posible, incorporamos la perspectiva de género en los textos que traducimos y corregimos, siempre procurando que los documentos resultantes no sean artificiosos y, sobre todo, que sean perfectamente comprensibles.

    Para saber más

    Por si os habéis quedado con las ganas de saber más sobre el lenguaje inclusivo, os compartimos un glosario básico:

    • Binarismo de género: clasifica a las personas en función del sexo asignado al nacer. Establece categorías excluyentes entre mujeres y hombres, con características concretas para el femenino y el masculino.
    • Cisexismo: conjunto de prejuicios que considera que la identidad de género de las personas trans no es auténtica, o que es menos auténtica que la de las personas cisexuales.
    • Discriminación: tratamiento diferencial y nocivo que se da a una persona o grupo de personas por razón de raza, sexo, orientación sexual-afectiva, identidad o expresión de género, cultura, religión, etc.
    • Estigma social: rasgo, atributo o comportamiento que provoca que la persona o las personas que tienen estas características generen socialmente una respuesta negativa y sean consideradas inaceptables o culturalmente inferiores.
    • Heterocentrismo: suposición de que todas las personas son heterosexuales por «naturaleza».
    • Identidad de género: vivencia interna e individual del género como cada persona lo siente, que puede corresponderse o no con el sexo asignado al nacer.
    • Igualdad de género: establece que todas las personas son iguales en términos de derechos y obligaciones independientemente del género. Este es un principio constitucional.
    • Neutralidad de género: movimiento a favor de que las políticas, las instituciones y el lenguaje eludan distinguir roles basados en el sexo o el género de las personas, como manera de evitar las distintas formas de discriminación causadas por roles socialmente establecidos.
    • Patriarcado: forma de organización social en la que la figura del hombre tiene poder y autoridad sobre el resto de personas.
    • Persona no binaria: persona con una identidad de género que no se corresponde con el espectro de los géneros binarios femenino o masculino.

    Y si queréis ver en detalle cuáles son las alternativas que se pueden utilizar para evitar el lenguaje sexista en vuestras comunicaciones, os dejamos un par de fuentes de consulta que os pueden servir: