Cualquier persona que haya hecho el esfuerzo de escribir un texto sabe que los errores ortográficos y de otro tipo aparecen, como si fueran setas, incluso después de algunas lecturas posteriores.
Y aún podríamos añadir más: aparecen hasta después de que una segunda persona, ajena a la escritura, lo haya revisado; y, a veces, desafortunadamente, también se encuentran en el texto publicado, tanto si es en papel como en un soporte digital, como por ejemplo una web.
En el caso del texto publicado en papel, el error es imborrable y habrá que esperar a una nueva edición para «redimir» las faltas; en el segundo caso, en cambio, por suerte podremos enmendar los errores y que el texto se actualice en tiempo real, para evitar posibles males mayores.
Con todo esto, parece bastante claro que la corrección de textos no es una broma.
Tipos de corrección de textos
Cuando hablamos de corrección de un texto o de revisión lingüística, lo primero que nos viene a la cabeza son las faltas de ortografía.
Pero estos no son los únicos errores que puede haber en un texto, y los y las profesionales de la corrección de textos tenemos la experiencia y la formación para detectar los que no son tan obvios o visibles y poder así ofrecer distintos servicios de corrección a nuestra clientela.
Para empezar, podríamos hablar de corrección ortotipográfica y corrección de estilo.
La corrección ortotipográfica
La primera es la corrección lingüística que sirve tanto para enmendar los errores ortográficos, sintácticos, gramaticales y tipográficos como para unificar los recursos tipográficos (mayúsculas, cursivas, comillas, negritas…). Lo que tenemos en cuenta en esta tarea es la estética, la funcionalidad, la legibilidad y la eficiencia comunicativa del texto.
Muchas personas creen que para ello basta con utilizar un corrector automático, pero no es así. Si lo que quieres es un texto profesional, con un acabado impecable, es necesario que alguien experto se encargue de la revisión.
Los correctores y los programas de corrección en línea son herramientas útiles y un paso imprescindible que podemos utilizar antes de entregar cualquier documento, pero las correcciones automáticas tienen ciertas limitaciones que debemos tener en cuenta.
Por ejemplo, los automatismos no «entienden» el uso de determinadas palabras, según el contexto, cosa que sí que capta un corrector o correctora profesional.
La corrección de estilo
El segundo tipo de corrección de textos es la corrección de estilo, que tiene como misión hacer que el texto sea más comprensible y actúa sobre los planos sintáctico, gramatical y expresivo para pulirlo y optimizar los recursos. En este tipo de corrección nos enfocamos en aquellos aspectos que no son errores normativos, pero que afectan negativamente a la comprensión del escrito.
Para que no haya malentendidos: los y las profesionales de la corrección de textos no reescribimos el texto original, ni cambiamos su estilo o sentido —que es muy personal del autor o autora y entendemos que hay que respetar—, sino que modificamos algunos aspectos con la intención de hacerlo más comprensible.
Así, la corrección de estilo se centra en utilizar correctamente los tiempos verbales, reformular oraciones confusas o erróneas, depurar las ambigüedades o contradicciones, eliminar errores e imprecisiones de vocabulario y adecuar el texto según un libro de estilo o según el perfil de lector o lectora al que se dirija, entre otras cuestiones.
El peligro que podría tener esta parte de la corrección de textos —si no la lleva a cabo un profesional— es la sobrecorrección, es decir, excederse en lo que se corrige y cambiar demasiadas cosas que no son estrictamente necesarias, pero por ello nuestro trabajo es preservar, como decíamos, el estilo original y propio del autor o autora y corregir únicamente lo que sea imprescindible corregir.
La corrección de galeradas
Un tercer tipo de corrección de textos que es recomendable encargar es la revisión final de las galeradas o pruebas de imprenta, para documentos que haya que maquetar o editar.
En este caso, hay dos opciones: que el cliente se maquete el texto o que nos encargue la maquetación. En ambos casos, comprobamos que en el documento final no haya errores de letras o palabras cortadas, de proporciones distintas, de líneas que queden colgadas o errores de tecleado, y nos aseguramos de que se mantengan las negritas, cursivas y otros aspectos relacionados con la disposición textual.
Y, después de todas estas revisiones, ¿ya está?
Pues… ¡no! Cuando todo este trabajo ya está hecho, todavía es necesario hacer una revisión final del texto en su contexto, con las imágenes —si tiene— y, quizás, aún cabría hacer algún cambio.
Así que, como ves, nuestra tarea comporta un acompañamiento global del proceso de trabajo: desde la primera revisión del texto hasta que este es editado o maquetado donde le corresponda.
La corrección de textos también construye marca
Las faltas causan muy mal efecto y los textos que no se entienden, o bien nos confunden o bien nos dejan indiferentes.
Un texto con errores ortográficos, léxicos o gramaticales pierde credibilidad y transmite una mala imagen.
Por lo tanto, hablar de corrección de textos es también hablar de marca, de reputación y de prestigio.
Cuando un texto está bien redactado, es coherente, íntegro y el mensaje es potente y comprensible, el usuario final lo nota.
Y, de paso, el emisor sale beneficiado. Porque si el mensaje es eficiente y comprensible, recibiremos la respuesta esperada. En cambio, si el mensaje es confuso, incoherente o crea rechazo al receptor, saldremos malparadas.
La buena reputación se construye con pequeños pilares —y detalles— que suman, y el esmero en la lengua es uno de ellos.
Contar con el servicio de corrección de textos profesional es garantía de éxito, así que, si necesitas uno, no dudes en contactar con nosotras. ¡Será un placer escucharte y hacerte un presupuesto!